Torre Pacheco

El poder emplea la inmigración, como tantas otras bazas con las que cuenta, para controlar a las masas. Ya sabéis que en esta columna se parte del hecho de que habitamos una granja gestionada por criminales, y que esta circunstancia no se limita a un país, sino que es global y estable en el tiempo: siempre ha sido ha sido así, al menos desde que tenemos recuerdo histórico –en la medida en que nos podamos fiar de lo que sabemos de historia, que probablemente sea muy poco–. Y lo que está ocurriendo en Torre Pacheco, Murcia, no es más que una consecuencia de las decisiones ejecutadas previamente por el poder, que en un momento determinado decidió meter en el establo europeo al ganado traído desde otros corrales para controlar a esta parte del rebaño que pasta en Europa.

No vienen. Los traen. Los traen desde países a su vez arrasados económica o socialmente por los mismos dueños. Los traen fanatizados, algo que a los de arriba les viene de perlas, para así activar los conflictos que tanto ansían de cara a implantar después nuevas medidas de control, que es de lo que va todo esto. Los traen a través de organizaciones internacionales, algunas benéficas, porque no olvidemos que los mayores criminales se suelen poner máscaras de benefactores. Los políticos que han fomentado el traerlos se han limitado a obedecer a sus amos, que les han ordenado meter en este cercado al doble de reses, sin importarles que el pienso no dé para todos. Sin importarles que los grupos formados resulten irreconciliables. Es más, no es que la violencia que va comenzando a aflorar no les importe: es que es el objetivo que ansían, como decimos, para después imponer medidas de control sobre toda la ganadería.

Ellos provocan un problema y empujan a una reacción desesperada por parte de los damnificados. Después, criminalizan esa reacción de supervivencia. Y mediante esa criminalización justifican las medidas contra la población que ya tenían pensadas de antemano. Esto nos suena ya, ¿verdad?

Tenemos soluciones, nos dicen. ¿Para qué? Para los problemas que os traemos, nos contestan. El problema no es ni la izquierda ni la derecha. El PP habría destrozado el orden social del mismo modo. De hecho, ahí andan, justificando todo, porque unos y otros, de todos los colores, pertenecen al mismo amo. No es cosa de partidos. Es el régimen del 78, que a su vez es un instrumento del globalismo, que a su vez es un instrumento de quien tiene el poder, de quien considera al planeta entero su granja.

El corral de Torre Pacheco no es el primero ni el último en el que esto ocurre. Está calculado para que así sea. Sus medios de comunicación darán la tabarra intentando justificar lo injustificable y culpabilizar a quienes padecen las políticas de los de arriba. Muchos se perderán en discusiones ideológicas, o partidistas, o sobre racismo, o sobre religión… Sin embargo, en las lindes de la granja, cada vez somos más, palpando las cercas, que son las que hay que derribar. Yo no quiero que me den más o menos pienso. Quiero abolir la granja, desmantelarla, acabar con la tiranía de sus dueños, los mismos canallas que nos esquilman a impuestos y nos sacrifican con sus guerras, sus conflictos sociales, sus inmigraciones de diseño y su odio.


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