Pienso de calidad

Sigue lloviendo, en una de las sequías más extrañas que se recuerdan. Amanece el cielo húmedo, convertido en una panza de burro muy acorde con un Miércoles de Ceniza. Hoy la cosa va a estar muy disputada ahí fuera. Sube el café primero, el primerísimo, le llamo yo, y ya veo pasar a los más madrugadores, los que amanecen de noche. Yo fui uno de ellos muchos años, un miembro de ese dandismo del tempraneo. Y me pregunto cómo lo van a solucionar hoy en el bar de la esquina, en el trabajo, en los transportes públicos, en sus grupos de whattsapp… ¿Van a dar abasto con lo que los amos del cotarro han vertido en los cajones del pienso ideológico?

Cada noche, mientras nos escapamos un rato de este desconcierto, a la hora en que Borges mantiene un solo ser despierto que sigue soñando a Dios, la imagen es la siguiente: pasan los camiones, pero no los de la basura, sino los de la opinión, y bajan unos operarios ataviados con mono que van rellenando los abrevaderos y los cajones para el pienso con temas de interés: que si el Papa, que si Trump, que si mira lo de Ucrania, que si lo del Atleti anoche, que si Cataluña, que si llueve mucho, que si el tiempo está loco, que si gastamos demasiado en pensiones, que tal, que si cual… En ese pienso, bien mezclado, se confunden referencias a la realidad, aunque adulteradas, las medias verdades que decía Machado, y algunas que directamente son ideas, miedos o incitaciones al odio que han preparado en sus laboratorios. Porque no es que te digan lo que pasa: es que te dicen lo que ellos dicen que pasa y lo que tú tienes que opinar al respecto. Salvo que nunca ha pasado lo que dicen que pasa.

Luego despertamos, en este Miércoles de Ceniza en el que sigue lloviendo, maldita sequía, y tomamos desde primera hora todo ese pienso compuesto ideológico. Y hala, a opinar, a temer, a odiar, a repetir las frases hechas que convienen a los amos del cortijo.

No sé. No parece muy nutritivo ese pienso que nos echan. Tiene carencias de vitaminas, de verdad, de oligoelementos, de valor, de integridad y de agua de calidad. Así está el personal, claro, escuálido, desnutrido de ideas y de sentimientos. Va a tener razón mi amigo Paco, al que ahora le ha dado por ayunar. Y no sólo en Cuaresma. ¿Cuánto se tarda en eliminar la porquería prefabricada que nos dan de comer? ¿Y cuánto en eliminar las ideas perniciosas con las que nos pretenden alimentar?


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