La cebolla

Me gusta la cebolla. Para el sofrito, para el guiso, para los tacos de carne, para la pizza, caramelizada, en la hamburguesa, para cortarla y llorar a gusto… y para comprender la realidad. La cebolla con sus capas. Primero, la piel tostada, que quitas después de darle el primer corte. Luego viene un envoltorio gelatinoso que duda entre ser corteza o pulpa, y entonces, el interior, lámina tras lámina. Una, otra, otra, hasta el corazón mismo, que no es otra cosa que todo lo anterior, como si las distintas capas estuviesen custodiando la nada.

La realidad, según la veo, es como esa cebolla. Tenemos una visión superficial, la primera, la que ve todo el mundo. Pero al ir diseccionando, nos adentramos en significados más profundos, cada vez más ocultos. Podemos aplicar esta teoría de la cebolla a lo que estamos padeciendo en España, por ejemplo. Lo que se ve desde fuera, lo que palpa hasta el ciego de entendimiento, es el personaje de Pedro Sánchez. Muchos lo consideran a la altura de Fernando VII en felonía. No sé si el ejemplo es válido, teniendo como tenemos ocupantes del trono más recientes que quizá no le vayan a la zaga al Deseado. En este nivel de la cebolla, Sánchez supone la encarnación de todos los males, es destructor de la democracia y de sus instituciones, así como fagocitador del presente y del futuro de este país. Evidentemente, esa capa está ahí. Pero a ver qué pasa si abrimos la cebolla, porque entonces nos encontramos con que este señor ha sido puesto por otros, que operan desde la sombra. Los que se sitúan en este nivel, defienden que ZP es el jefe de la banda, el que diseña las rutas de esos vuelos cargados con el dinero que nos van desvalijando y rumbo a sus paraísos fiscales.

Pero no nos detengamos, ahondemos en la cebolla. Conforme pelamos el bulbo, aparecen distintas interpretaciones que apocan a las anteriores. Así, vamos comprendiendo que la Constitución del 78 ya sembró todos los males que hoy nos aquejan, que este orden mal llamado democrático ha sido impuesto desde fuera para servir intereses que no se corresponden con los nuestros, que es el globalismo quien ha financiado el descuartizamiento de España, sufragando nacionalismos decimonónicos que hoy fluyen con los bríos que manan de esos dineros, que las instituciones están diseñadas contra nosotros, que se trata de algo mundial, que todo es apariencia, que quienes gobiernan no son quienes dan la cara, que el objetivo del sistema es mantenernos empobrecidos, encanallados y esclavos, que somos ganado para ellos, que nos parasitan, que este tinglado no es fruto ni del deterioro de una gran idea inicial ni de la casualidad, sino que todo fue pensado de antemano, quizá desde que tenemos memoria, desde antes de antes.

No sé hasta dónde llegan las capas de cebolla. Pero comprenderán que, en comparación con lo que hablamos, lo que nos hace llorar de verdad es mucho más serio que el personaje de Pedro Sánchez, que caerá en cuanto deje de ser rentable a sus amos, probablemente para intentar salvar la siguiente capa. Cuando digan, no perdamos más tiempo con eso.


Publicado

en

por

Etiquetas: