Ideologías

¿Quién aceptaría que le levantaran la tapa de los sesos, le extrajeran el cerebro y se lo sustituyeran por uno ajeno que ya viniera con todo valorado, pensado y decidido? Esto, suponiendo que las ideas se encuentren en el cerebro, que no sé yo. Pero a lo que vamos: ¿alguien daría por bueno que le colocasen al lado a un decisor que, ante cualquier situación, le fuera dictando qué juicio tuviera que formarse al respecto? Pues eso son las ideologías. ¿De qué ideología eres?, preguntan. Y parten en dos la tarta: derecha o izquierda / conservador o progresista.

Surge esta reflexión al hilo de lo ocurrido en EEUU con el asesinato de Charlie Kirk. Ayer, Sara/Saritísima, una amiga de Twitter-X o como le llamen a ese loco patio de vecinos charlatanes, me contaba que Stephen King ha pedido perdón por algo que dijo al respecto del crimen, borrando un mensaje en el que se había dejado llevar por su ideología, y por el odio visceral que ésta le insufla hacia los republicanos. Me recordaba Sara que hace unos meses, al hablar del escritor, nos saltó el debate de sus opiniones políticas, a las que, como es obvio, tiene todo el derecho del mundo, sin que eso deba ensalzarlo o afearlo como artista.

Es decir: las ideologías. ¿Qué son? El politólogo italiano Norberto Bobbio concluyó, en su obra Derecha e izquierda, que consistían en dos cajones que van variando su contenido dependiendo del contexto, del desarrollo de la sociedad y del tiempo. Cuando leí aquello, allá por los noventa, ya me escamé bastante. ¿Las ideologías son dos mochilas que vamos vaciando y llenando? ¿No eran un modo de ver el mundo? Y, en tal caso: ¿quién decide qué metemos o qué sacamos de la mochila? Y si son sistemas de pensamiento, puntos de vista, miradas, ¿por qué dos y no tres, diez o diez mil millones?

Ay, querido estudiante que yo fui, te hablo desde tu futuro, desde 2025, cuando todo ha quedado al descubierto. Hiciste bien, joven Manuel, en intentar dilucidar qué había de verdad en todo aquello, hasta el punto de que, ¿recuerdas?, llegaste a diseñar una teoría según la cual lo que distinguía a derechas e izquierdas era la prevalencia del influjo de Parménides o de Heráclito en cada una de ellas, siendo Parménides de derechas y Heráclito de izquierdas, creyendo que la actitud ante el cambio –admitiéndolo o no– fundamentaba la distinción. Bravo, muchacho.

Pero ahora, como digo, en 2025, quedó todo a la luz. Sólo queda impedido para ver quien se niega a ver. Las ideologías no son más que creaciones del sistema para imponer un modo de pensar al esclavo. ¿Por qué dos? Porque es el modo más eficaz de dividir al rebaño. ¿Qué es ser de derechas o ser de izquierdas? Nada. Bobbio tenía razón en su metáfora del cajón, sólo que los cajones están vacíos. Con las ideologías, el poder consigue dos cosas: enfrentarnos y evitar que el individuo, inserto en una masa, piense. ¿Pero cómo voy a dejar que otros razonen y juzguen por mí, además coaccionado por el temor a que me identifiquen como perteneciente al otro bando, yo que no creo en bandos? Así, ser señalado como de la otra facción se convierte en un insulto. Las dos orillas, como sabemos que ocurre siempre, forman parte del mismo río. Estamos ante una herramienta para dividir, manipular e infundir odio. De ahí que, en última instancia, quede todo reducido, no ya a izquierda o derecha, sino a bueno y malo. Los buenos, los míos, a los que yo pertenezco. Los malos, los otros. Y que cunda el odio hasta que las llamas arrasen todo. Por eso se afanan en introducir basura ideológica mediante su omnipresente propaganda –oficialismo, medios, publicidad, ficción, famosos contratados, que son contratados por famosos y famosos por contratados–.

La duda ¿A qué ideología perteneces? queda pues desvelada como un engaño más. Yo no tengo ideologías, ni ellas me tienen a mí. Tengo mi criterio, acierto y me equivoco por mi cuenta, y no necesito sus bazofias de laboratorio social para pensar. Por eso leo a Stephen King, gran narrador pese a su pobre, torpe y miope análisis político del mundo. Soy fusilable por ambos bandos, como dijo Manuel Chaves Nogales.


Publicado

en

por

Etiquetas: