Cuando ayer la cosa hizo clic y encendieron el apagón, es muy probable que empezasen las cámaras a grabar, registrando cada movimiento del ganado sometido a objeto de estudio. ¿Qué harán si les quitamos la luz? De entrada, hace poco que les dijimos que se comprasen un maletín con velas y un transistor a pilas. Veamos, porque los ejemplares más primitivos quizá se acuerden del asunto y se sientan culpables por no obedecer las sabias y prudentes directrices recibidas.
Pero vamos al lío, a ver qué hacen. Los más despreocupados han bajado rápido al bar, para tomar la cerveza antes de que se caliente, en lo que sostienen que es un acto de solidaridad con el camarero. Pagan en efectivo, como es obvio.
En la panadería, pronto se forman colas, y muy poco tiempo después se acaba el pan a la par que cierra el supermercado de la esquina. Esto creará las primeras señales de alarma, ante las cuales unos retomarán el bozal –ellos lo llaman mascarilla–, y se aferrarán a ese amuleto que les dimos hace cinco años. Otros, reactivando viejas costumbres, arrasarán con el papel higiénico.
Han comprado algo frío para comer, regresan a sus casas en cuanto pueden, empiezan a darse cuenta de que viven lejos de sus hogares y van despoblando las calles.
Y dejan de mirar el móvil. Ojo, que han empezado a mirarse entre ellos otra vez. Observad aquella pareja, que se ha vuelto a tomar de la mano. Los niños descubren que se puede salir al parque a jugar. Hay hasta padres dándole a la pelota junto a sus hijos. Algunas familias se han vuelto a mirar a la cara, envejecida ésta tras años atendiendo pantallas. ¿Cómo te llamabas?, le pregunta un marido a su mujer. Rosa, ¿y tú? Luis. Coño, es verdad. ¿Qué tal va todo? Bien. Seguimos casados, ¿no? Sí. Como antes de los móviles, ¿verdad? Sí. Tengo muchos amigos. Y yo.
Se forman corrillos de curiosos. Se buscan pilas y linternas. Un tipo con transistor se convierte en el referente al que preguntar qué pasa, qué han dicho, cuándo va a volver la luz. Pero en la radio sólo hay loas a la propia radio por la labor realizada y la repetición de cuanto les suministramos como discurso.
Sacamos a la policía a la calle, les ponemos a los secretas un chaleco, movilizamos al ejército, les decimos que no salgan por la noche, no sea que se den cuenta de cómo les hemos dejado sus ciudades con lo de la multiculturalidad, que ya veremos si activamos hoy o en otro ejercicio. En la puerta de las loterías, montamos guardia doble, que dentro hay mucha pasta.
¿Qué hacemos, les dejamos hasta mañana sin luz y que se acuesten ya, o se la devolvemos y que echen la noche tranquilos? Vamos a hacerlo por partes. ¿Y qué les decimos que ha pasado? ¿No se van a dar cuenta de que nos estamos riendo de ellos, de que los tenemos al borde verde de la miseria energética y de que son sólo animales de laboratorio y matadero? Qué se van a dar cuenta. Mira, ya han encendido los móviles. Ya vuelve el apagón social. Clic.