La extraña pareja

Alberto Garzón y Pablo Iglesias no compartirán cartel para las elecciones, con lo que, de entrada, me están cuestionando el título de la columna. Pero es que resulta irresistible imaginar a Iglesias con el piso desastrado, y con Íñigo Errejón, Kichi y Monedero por ahí en medio, jugando al póker y asaltando una dudosa nevera llena de propuestas que se les están echando a perder. A esta escena se suma Alberto Garzón, que viene de no atreverse a acabar con Izquierda Unida lanzándola por la ventana de un hotel, y sin saber si se ha divorciado del todo o no de Cayo Lara.

A Garzón le duele el cuello, porque ha mirado a la izquierda con demasiado ímpetu, e Iglesias le sugiere que se quede a vivir con él, que hay sitio para los dos y que desde ese hogar pueden ir enmendando a dúo los siglos de casta que lleva sufridos este país.

Pero Garzón mira hacia el futuro y ve una convivencia complicada: teme que los cabellos caídos de la coleta de Iglesias le dejen atascada la ducha, se barrunta que Iglesias llegará siempre a deshoras por ir a la televisión de tertulia en tertulia, y se horroriza pensando en una mañana de domingo pasada en casa, los dos en chándal en plan Nicolás Maduro.

Pero, más allá de la humorada, sobre todo, me temo que Garzón siente que Iglesias no es más que él. O que la estrella del otro se va apagando. O que Iglesias no parece dispuesto a consensuar, sino a dictar. Vamos, que cuando Pablo dice «Podemos», el propio Garzón ha empezado a pensar: «No, no podéis».

Así que Alberto masculla cualquier excusa, recupera el tono muscular del cuello mirando a su izquierda de siempre, se desliza hasta el ascensor y acaba la película antes de tiempo. Allá baja, mirándose en el espejo, sin saber cómo lo acogerán en su casa y quizá pensando que su barba le recuerda a la de Anguita…

Atrás quedan Iglesias, Errejón, Kichi y Monedero, que no sabe si quedarse a dormir o no, si está o no está, si es o no es. De haberse quedado Garzón, ¿cuál de ellos habría tenido que dejarle su cuarto y dormir en el sofá?

Que no, que no, que sostengo el título: Alberto Garzón y Pablo Iglesias, la extraña pareja. Sólo que, por lo visto, no van a ser pareja. ¿Quién se beneficia más de esta ruptura preventiva: Garzón, Iglesias… o Pedro Sánchez?


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