Cantinflas

Estamos mal, pero estamos mejor. Mejor que antes. Porque antes decíamos que estábamos bien pero era mentira, y no como ahora, que estamos mal pero lo sabemos y es de verdad.

Algo así se dice que dijo Mario Moreno, Cantinflas, y no se puede decir mejor. Ayer hablábamos de Valle Inclán y de su esperpento, que consiste en deformar el espejo para que la imagen que devuelva de un mundo deformado sea reconocible y se ajuste a la realidad. Esa frase de Cantinflas es puro esperpento, porque se alarga y simula perder el sentido o carecer de él, pero en ese estiramiento de las formas consigue, como Valle, mostrar la realidad tal cual es.

Ahora estamos mal. Cierto. Pero lo sabemos. No como antes. Que creíamos estar bien. Y era mentira. ¿Con qué ventaja contamos ahora? Con la verdad. Miramos hacia atrás, como sociedad o como individuos, y comprendemos, a la luz actual, cuánto nos engañaron o nos engañamos o nos dejamos engañar, cuando metimos alguna vez el voto en la urna, cuando escuchamos a algún representante público, cuando observábamos el mundo que nos contaba la tele.

Perdimos la confianza, qué le vamos a hacer, y eso no se recupera. Pero estamos mejor. Porque lo sabemos. Porque nos hemos vuelto tan hábiles a la hora de detectar la mentira que ya pillamos mintiendo incluso a la IA. Ayer le estuve haciendo unas preguntas a Chat GPT acerca del poder y sus crímenes y acabó el bicho al poco rato enrocado en una respuesta en bucle, bloqueado, repitiendo el mismo discurso, evidenciando que no es más que otro instrumento de propaganda, control y engaño por parte del sistema. Artificial, puede ser. Inteligente, ni mucho menos. Es lo de antes, pero nuevo. O sea, muy viejo.

De modo que, para mentirnos, ya lo tienen difícil hasta los robots de Asimov. Y no es porque no cuenten con medios, pues los tienen todos, y tampoco porque no insistan, que están las veinticuatro horas con la matraca: que si el cambio climático, que si izquierdas, que si derechas, que si la inflación se debe a no sé qué, que si el heteropatriarcado, que si es por tu bien, que si inmunizan, que si necesitamos mano de obra de fuera, que si el coche eléctrico, que si es sólo vapor de agua, que si son para educación y sanidad… Estamos mal. Pero mejor. Porque no nos tragamos el cuento. Ya puestos, preferimos el cuento corto y la novela.

Se ha caído el velo que nos tapaba, que evitaba que viésemos. Ahora vemos mal, pero sin vendas, sabiendo que no vemos, sabiendo que somos miopes o directamente ciegos. Lo sabemos. Ahora sabemos que no sabemos. Por eso, ahora sabemos más. Ahora somos conscientes de la inconsciencia de haber confiado en esta gente. Ahora poseemos la certeza de no necesitar sus certezas.

Ahora estamos mal, pero estamos mejor que antes, porque antes estábamos bien, pero era mentira. No como ahora, que estamos mal pero es de verdad. Ahora sabemos que el mundo no lo descifró ni Asimov, ni Marx, ni Heidegger, ni Hegel, ni Sartre… Lo clavó Cantinflas. Un bufón, uno de los últimos. Uno de los últimos en gritar la verdad. O sea: que es todo mentira.