La nueva religión global

Parece que el poder se ha propuesto aglutinar a la población mundial al completo dentro del mismo rebaño. Para ello, lo más rápido es implantar un sistema de creencias con el que unificar miedos, esperanzas y conductas. O sea: una religión.

Por lo general, crear un institución religiosa siempre ha seguido los mismos patrones, y uno de sus resortes principales ha sido el de alumbrar un miedo -o aprovecharse de alguno ya existente- y a continuación fomentar un sentimiento de culpa que haga creer a la masa que ella es la responsable de ese elemento amenazante. Así, diversas instituciones religiosas convencieron a muchos de que la muerte -ese terror al fin o a lo desconocido- se originaba a causa de su condición de pecadores. Es decir: mueres, eso que tanto temes, por tu culpa, porque llevas el mal dentro.

Las corporaciones religiosas -religión proviene del latín religare, o sea, unir, juntar-, suponen para la espiritualidad lo que la comida basura al hambre. Se aprovechan de una necesidad humana para hacer negocio a costa de los demás.

Y parece, a la vista de los acontecimientos, que el poder mundial se ha propuesto, como decía, juntar, religare, al grueso de la población del planeta. ¿Para qué? No tengo ni idea, sólo hipótesis.

En todo caso, ya avisaban. Lo que llamaron cambio climático venía a ser como un fin el mundo provocado por ti, que no reciclabas en condiciones. El hambre de los pobres también se producía por tu culpa, por querer comer tres veces al día. Y ahora, finalmente, el terror -no sé si final- llega en forma de una supuesta pandemia que hasta ahora sólo ha demostrado que el poder miente sin cuartel. No han dicho ni una sola verdad desde que empezó todo esto, sea esto lo que sea; y hay que hablar con tal vaguedad porque no disponemos de información veraz.

Pero sí han conseguido una masa asustada de gente que piensa que la muerte acecha detrás de la esquina y que se la propicia por su irresponsabilidad, por no taparse la boca y la nariz con un trapo, por no alejarse de los demás. En definitiva: por no obedecer al poder, incluso por llegar a dudar del discurso oficial.

Lo que anuncian como vacuna, que en realidad no es tal sino una inyección transgénica, servirá de comunión litúrgica para los creyentes, dispuestos a ser masacrados a cambio de sentirse dentro del rebaño, falsamente seguros, inoculados con la nueva fe.

Los años que vivimos son los más oscuros de cuantos tenemos conocimiento. Nos encontramos bajo una dictadura mundial que intenta hacerse pasar por algo beneficioso, tal y como ya avanzó Aldous Huxley.

Sin miedo y sin sentimiento de culpa, la nueva religión queda desarticulada. Pero si una masa suficientemente numerosa obedece, ¿qué capacidad de resistencia tendremos lo ateos frente a la nueva imposición mundial? Respira hondo, sin trapos en la nariz, y resiste: los culpables son ellos, no tú, que has despertado.

No confundamos espiritualidad con religión. Nuestro banquete, libre y nutritivo, ha de constituir una oda a la gastronomía. Que los que mandan y los que les obedecen de forma temeraria y fatal se vayan al McBurger, a comer sus propias inmundicias.


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