Estamos solos

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Llegamos a principios de junio de 2020 y ya han empezado las manifestaciones contra los gobiernos. En Milán se han echado a la calle los llamados «chalecos naranjas», que propugnan, entre otras ideas, la de que el coronavirus es una invención de los mandamases.

¿De qué nos extrañamos? La gente lleva décadas harta. Cada vez, más. En España, el acceso al poder de Podemos pareció en un primer momento que cambiaba las cosas, y muchos pensaron de manera cándida que «los de abajo» llegaban a los despachos y que eso se notaría.

No ha sido así, como es evidente, porque ese partido ha resultado, o bien una invención más del poder para mantener a la masa integrada dentro del sistema, o bien un grupo en el que en apenas cuatro o cinco años el deseo de mando y de dinero público ha hecho estragos, hasta convertirlo en una empresa privada al dictado de una única persona.

Así, cunde la sensación de que estamos solos. De que los gobernados no contamos con nadie. De que no hay gobierno, grupo político, organización… que nos ampare. Y partiendo de esta premisa, lo lógico es que, como ya he dicho aquí en las últimas semanas, se imponga la desconfianza popular hacia cualquier mensaje que huela a oficial.

Pero lo que está vacío es ocupado rápido por cualquier otra cosa. Chalecos naranjas, conspiraciones, teorías varias… Que a nadie le parezca raro que se empiece a dar crédito a ideas de todo tipo, por disparatadas que puedan parecer a priori. Porque las que suenan cada vez más delirantes son las versiones oficiales.

Basta con echar un vistazo a la trayectoria de las autodenominadas autoridades sanitarias españolas durante los tres últimos meses para comprender que otorgarles credibilidad equivale a ser un incauto.

No sé si otro gobierno lo hubiera hecho mucho mejor. Pero considero que es difícil hacerlo peor. Estamos solos, amigos. Siempre lo hemos estado. Bienvenidos a un mundo en el que eso por fin queda claro, a la luz. Nunca mandan los nuestros. Siempre hay que desconfiar del poder. Y ahora sí, pónganse el chaleco del color que quieran.

Estamos solos. Pero somos mayoría. Somos casi todos. No lo olvidemos.


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