A los de la UE, con Von der Leyen a la cabeza, el emperador chino Xi Jinping los despachó en muy poco tiempo. No sé si llevaban la pretensión de reencarnar a Marco Polo, pero si ésa era su idea, regresaron sin opciones ningunas de escribir acerca de las maravillas vistas. La UE es un subcorral de la política más profunda de EEUU, y la única fuerza que ejerce es la que mantiene contra sus propios ciudadanos, contra nosotros, empobreciéndonos, dificultándonos la vida y legislando siempre de forma que sea cada vez más complicado llevar una existencia normal. ¿Por qué se comporta así Trump con sus amigos de la UE?, se preguntaban el otro día en la tertulia aludiendo a la amenaza de aranceles que pretendía imponer y que ha impuesto. Pues porque los europeos no somos amigos de Trump, entendiendo a éste como cabeza estética de un aparato que opera subyacente: los europeos somos sus esclavos. Luego no cabe esperar más que el premio pauvloviano que se le echa al perro cuando obedece sin protestar las órdenes recibidas.
Al llegar a China, en viaje relámpago que ha tenido que ser acortado dados los nulos frutos de las conversaciones, es cuando se ha comprobado el peso real de las instituciones europeas, equivalente a cero. A Von der Leyen nadie la ha votado, con ella ni siquiera han fingido la teatralidad de las urnas. Pero vuelve escocida y enseguida se reúne con su superior en el escalafón, o sea, con Trump, para firmar acuerdos contrarios al denominado Viejo Continente –como si los demás fuesen más jóvenes–. Lo que hemos comprobado en estos tres o cuatro días, una vez más, es que las instituciones operan contra nosotros. Es la abismal falla que distancia al estado de la nación. Es decir: a los aparatajes legales del sistema de la gente.
Se le da bien a la Leyen lo de comprar masivamente. Lo hizo con las pócimas, de las que es probable que ni siquiera ella sepa cuánto arrampló cerrando negocios con su marido. Y lo hace ahora, con la industria armamentística estadounidense.
Y si sostenemos la idea de que la UE es un subcorral del corral yanqui, ¿en qué quedan cada uno de los países que padecen ser miembros de la Unión? España es el subsubcorral. Vamos, la nada. Un cercadito dividido a su vez en otras diecisiete parcelas con un virrey en cada una de ellas creyendo estar al frente del Imperio romano. Todas esas fragmentaciones tienen una utilidad y un sentido, pero no para nosotros, sino para ellos. Con cada administración, subadministración, institución que depende de otra que depende de otra… ellos van sometiendo, robando, manejando al ganado como les conviene.
Si Putin o los chinos o unos tíos venidos de un pueblo de Saturno invadiesen Europa –en invasión declarada, no como la que ahora se está dando, cada vez menos disimulada, por cierto– insisto en la idea: la mayoría de la población aceptaría a los invasores como libertadores. Porque de inicio nos estarían quitando de encima la bota de los políticos actuales y de los entramados institucionales con los que éstos nos mantienen sometidos para ser esquilados, ordeñados o sacrificados. Europa agoniza, presa de la UE.