Quizá todo comenzó con un sorbito, por probarlo, que eso no le puede hacer daño a nadie. Pero aquel primer trago descuidado e inocente dio paso a uno más, y a otro, y a otro. Pronto, ahí teníamos ya la dosis diaria, que se incrementaba con el transcurrir de los días. Y finalmente, se alcanzó un estado de ingesta continuo sin el cual no se podía vivir, aunque con él tampoco se pudiera. Así se llegó al delirium tremens, a un delirio acompañado de convulsiones y de alucinaciones.
Me refiero, claro está, a las personas que padecen y sufren la adicción al discurso oficial, al alarmismo irracional servido a través de los medios del poder, sin el cual ya no saben estar pero cuyo tenaz consumo les ha llevado a la contemplación de visiones y a temblar incesantes como una semilla. Son, de hecho, la semilla de la esclavitud que los de arriba quieren plantar en el mundo que viene. En estos últimos tiempos, las fantasmagorías que han visto se extienden por todos los medios, como una Santa Compaña de desatinos que proclaman males inmediatos y catastróficos. Detengámonos a enumerar, cual catálogo de la naves de La Ilíada de Homero, algunos de estos extravíos. Se non è vero, è ben trovato.
El cambio climático acelera las tristezas de los lunes por la mañana. El aumento generalizado de las temperaturas incide de manera negativa sobre el índice de precios al consumo. Sentirse crítico con las instituciones aumenta el riesgo de padecer psoriasis. Serios indicios de que Trump pudo estar implicado en la crucifixión de Cristo. Los conspiranoicos que escuchan a Miguel Bosé tienen menos probabilidad de aprobar unas oposiciones a guarda forestal. No ver la tele mata. Consumir carne más de una vez al año impide leer a Vargas Llosa, que en paz descanse. Pensar por tu cuenta mata. Las zonas de bajas emisiones de los centros de las ciudades, candidatas a Eurovisión este año. Tomar el sol sin cremas empachadas de productos químicos de laboratorio te hace creer que siempre es lunes. España necesita cada mes cuarenta millones de inmigrantes escogidos por los globalistas para mantener las cotizaciones. No querer pagar impuestos mata. Los dinosaurios se extinguieron por no estar dados de alta en autónomos. Comer con regularidad insectos tratados genéticamente te da ventaja a la hora de jugar a la Primitiva. Un estudio relaciona el coche eléctrico con una piel más sana. No votar mata. La cruz del Valle de los Caídos podría estar alterando la rotación de la Tierra. Aumenta el número de violaciones en las zonas urbanas y también en las rurales, pero los científicos aún no saben cómo relacionar esto con lo de Darwin. Estar sano mata. La UE emitirá una directiva para combatir la siesta. Pagar en efectivo mata. Expertos de la Universidad de Stanford eliminan un elemento químico de la tabla periódica y en su lugar añaden un género, que es el número cincuenta. No dejarse envenenar mata.
Podríamos seguir hasta el infinito y más allá. Las personas aquejadas por la dolencia del discurso oficial no saben cómo salir de esta espiral de locura y miedo. Toman su dosis diaria. Ayúdales. Quiérelos. Te necesitan. Ellos también fueron niños a los que su madre peinó cada mañana.