Hoy llega Marty McFly. Hoy es 21 de octubre de 2015. Hoy es el día en el que surge de las dobleces del espacio-tiempo el joven Michael J. Fox a bordo del DeLorean para salvar a sus hijos de una mala situación. Hoy es el día de Back to the Future Part II, Regreso al Futuro II.
Ocurrirá exactamente cuando en California, EEUU, sean las 16:29, o sea, en España, a las 01:29 de mañana. Pero la mítica fecha que los fanáticos de los viajes en el tiempo llevamos tanto esperando es el 21 de octubre, así que creo que bien podemos saltarnos las diferencias de husos horarios y actuar como si todo el planeta viviera con la hora californiana.
Por eso, me anticipo solamente unas horas al sacar a la luz esta carta dirigida a Marty McFly. Dice así:
«Querido Marty. Hoy llegas en el DeLorean en lo que para ti apenas ha supuesto un acelerón en el coche. Pero muchos llevamos aguardándote durante más de 25 años. Somos los que hicimos cálculos a finales de los 80 para saber qué edad tendríamos hoy. Y aunque nos parecía imposible cumplir tantos, lo cierto es que aquí estamos, resistiendo a los calendarios y emocionados, esperando la aparición de los frenazos de fuego de tu mítico coche.
Cuando bajes de él, supongo que creerás encontrarte automóviles que vuelan, patinetes levitando y zapatillas que se ajustan solas al pie. Puede que te lleves una sorpresa. Nada de eso ha pasado todavía. Lo siento, Marty. Tendrás que asumir que, aunque acertaron en algunos aspectos, el 2015 no es tal y como lo pensaron Robert Zemeckis y Bob Gale, los guionistas de Back to the Future II.
Sí, ya tenemos vídeo conferencias y cine en 3D, y hay quien está probando gafas que ven la realidad de otro modo o ropa que incorpora chips que la convierten en algo parecido a la magia. Pero falta mucho, mucho todavía. Ni siquiera estamos seguros de que lo bueno vaya a llegar.
Tú acabas de salir de un mundo en Guerra Fría, y apareces en otro donde la guerra de guerrillas es más caliente que nunca. Donde los territorios de antiguos imperios ven cómo sus poblaciones se tienen que marchar a cruzar mares como sepulcros para intentar sobrevivir. Marty, tú dejaste una América en la que Reagan sonreía al futuro y hoy te encuentras una Europa dividida, acuciada por la obcecación de sus líderes y presa de la inseguridad. Dejaste una África paupérrima y te la encuentras prácticamente igual. Ha disminuido el número de pobres en el mundo, pero siguen muriendo de hambre casi treinta mil personas a diario. Los ciudadanos del 2015 te debemos de parecer asustados, perdidos, desnortados (¿o sería mejor inventar la expresión «desurados»?).
No sé, amigo McFly. Quizá es que debiste poner el marcador más allá aún: en el 2100, 2200… vete tú a saber.
A cambio, tenemos internet, algo que te asombrará tanto como a nosotros tu máquina del tiempo. Y nos hallamos inmersos en una revolución tecnológica, sanitaria y científica que parece imparable. Tenemos satélites en los confines del sistema solar, y sondas en Marte, donde dicen que hay agua para dar y tomar.
Lo que quería decirte, Marty, es que te hemos esperado con ansia. A ti te han parecido instantes, pero nosotros te hemos echado de menos durante muchos años. Nos fascinas porque nos fascina el viaje en el tiempo: quizá porque nos permita arreglar los errores del pasado, o porque nos haga sentir poderosos, o porque nos sacie la curiosidad por el futuro…
Sí, ya sabemos que te llevarás un almanaque deportivo. Es un regalo del diablo. En él verás, por cierto, que el Atleti volvió a perder una Copa de Europa al final del partido.
En fin, un consejo, amigo: si te dicen que eres un gallina, no hagas caso. El verdadero valor es ser tú mismo, y no someterte a lo que dicen otros; mucho menos, otros que nada te importan. Y eso vale en el presente, el pasado y el futuro.
Marty, te queremos, te hemos esperado tanto… que casi nos mereceríamos que nos dieras una vuelta en el DeLorean… aunque sólo fuera para volver a los momentos en los que se estrenaron las películas de la trilogía y verlas de nuevo por primera vez. ¡Bienvenido al 2015, Marty McFly! ¡El futuro no está escrito, amigo!»