Despertemos

AUDIO DE «DESPERTEMOS»

La locura colectiva se acelera. Los que mandan están aprovechando la pandemia global para implantar los cambios sociales que traían diseñados. A estos efectos, lo mismo nos da lo que opinemos respecto a si el coronavirus es algo de diseño o una eventualidad.

Los que mandan obligan a la gente a arrodillarse delante de los negros, así, en general. Andan las turbas, de blancos y de negros, destrozando estatuas. Yo supongo que son dirigidas, que están a sueldo, que les han ordenado que salgan a acabar con todo lo que suponga pasado. Porque el pasado está mal. Es incorrecto. Hay que acabar con él.

Los que mandan, en realidad, buscan eliminar lo anterior para que no quede memoria de nada. El pasado contiene atrocidades, por supuesto. Pero no son las que los ejércitos de analfabetos creen que fueron. Se están intentando esconder, además, atrocidades mayores: las del presente.

Los que mandan ya nos dicen qué está bien y qué está mal. Lo han hecho siempre, aunque puede que no de un modo tan intenso, sutil y perverso. Y los rebaños acuden en masa a los mataderos sanitarios, ideológicos y morales. Se publican cartas dictatoriales donde unos funcionarios advierten a las empresas de que no están cumpliendo las órdenes respecto al tratamiento que se ha de dar a los sexos masculino y femenino: lo que, según su equivocada manera de emplear la lengua, se denomina género.

Mi pena consiste en la obligación de convivir con esta sociedad, de verme en medio de esta riada de estupidez. Y esto no ha hecho más que empezar. Verás maravillas, le decía el Quijote a Sancho. Las estamos viendo. Y veremos muchas más.

¿Cuántos justos quedan en Sodoma? ¿Cuántas personas normales que no estén colonizadas por las consignas diseminadas a través de los medios de comunicación y de la propaganda de la ficción actual?

Cómo envidio a los que creen en la posibilidad de una intervención externa salvadora: de las deidades o de civilizaciones no humanas de un corte moral superior.

Yo no albergo tal esperanza. Me limito al consuelo de los libros. Los seguiré leyendo, antes de que vengan a quemarlos. Que vendrán. Y a por todos vosotros, también. Y a por vosotras. Tanto a por los que decís estar de acuerdo con lo que está ocurriendo como a por los que os ponéis de perfil haciendo como que la cosa no os atañe. O despertamos, o con la almohada nos asfixiarán.


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